Siempre me ha fascinado conducir un coche con palanca de cambios, ya que mi padre condujo varios vehículos de este tipo en mi infancia. En nuestra tercera cita, mi ex marido me llevó a un aparcamiento vacío y me enseñó a conducir un coche de marchas. Sin embargo, a pesar de su valiente intento de enseñarme, fracasé estrepitosamente.
Hace poco reflexioné sobre esta experiencia, sintetizando una analogía con lo que había experimentado hace veinticinco años, y encontré una interesante correlación con mi viaje de recuperación de los chakras.
También conocido como el despertar de la Kundalini, el proceso de recuperación de los chakras no ha sido fácil para mí. En muchas ocasiones sentí literalmente que iba a morir. Seis años después de este viaje, sigo incorporando el autocuidado energético diario en forma de meditación, visualización, baños de sal de Epsom, aromaterapia y otras prácticas espirituales.
¡Pero he notado progresos! Mi mente está mucho más clara estos días, y mi sueño es más eficiente. Sobre todo, últimamente irradio más bondad, verdad y una mente abierta. Y creo que lo mejor está por llegar.
Esto me recordó la facilidad con la que uno suele conducir un vehículo de transmisión automática. Para mí, esto es análogo al objetivo final del autocuidado espiritual: ser capaz de aprovechar la energía de un sistema de chakras totalmente sintonizado y equilibrado y aplicarlo a la vida cotidiana. Una persona que fluye naturalmente con energía es capaz de manejar situaciones más desafiantes con mayor facilidad. Una vez que el chakra de la coronilla comienza a abrirse, es cuando fluye la sabiduría innovadora y eterna. Entonces podemos empezar a captar el ritmo y la precisión necesarios para hacer funcionar nuestra energía de forma más fluida y automática, en lugar de como una “palanca de cambios”.
Una vez que nuestro campo de energía áurica se abre más eficientemente a las fuerzas universales, atraemos nuevos amigos y oportunidades de conexión. Descubrimos que necesitamos menos palabras para transmitir nuestro mensaje y menos esfuerzo para seguir nuestra guía interior. La comunicación telepática a través del chakra de la corona se vuelve más eficiente y menos dependiente del ego. Comenzamos a disminuir la necesidad de controlar las situaciones y empezamos a confiar plenamente en las personas, los acontecimientos y las circunstancias que atraemos. Nuestros amigos y asociados vibran en una frecuencia similar. Seguimos inspirando a los que están un paso o dos detrás de nosotros, para poder enseñarles lo que hemos aprendido.
Cuando mi madre falleció en 2019, heredé su vehículo de 20 años. Duró otros dos años y medio. Pasé de no saber absolutamente nada de coches y de tener miedo a la luz de ‘check engine’, a ver cómo un amigo instalaba una batería nueva en el coche de mi madre un par de meses después de su fallecimiento. Mi hijo se asustó al principio al arrancar el coche, pero su padre pronto le convenció.
Fue a través de estas sencillas experiencias de aprendizaje cotidianas como empecé a sintonizar con mi propia “intuición vehicular”. El coche de mi madre tenía problemas con el radiador que nunca solucionó mientras estuvo en esta vida. Al principio, eran manejables y benignos. Un par de meses antes de que el coche de mi madre finalmente dejara de funcionar, las fugas del radiador agrietado eran tan profundas, que tenía que ir al centro de servicio dos o tres veces por semana para rellenar el refrigerante.
En el proceso, aprendí muchas cosas: la mecánica del motor y del radiador, cómo el nivel del refrigerante afectaba a mi aire acondicionado y a la calefacción del vehículo en los inviernos, ¡y mucho más! Los técnicos me enseñaron muy bien. Del mismo modo, cuanto más practicamos el trabajo energético y el autocuidado espiritual, más aprendemos sobre nuestro “sistema operativo” interior.
En retrospectiva, aprender a conducir un manual se ha convertido en una meta alegre que espero cumplir. En este momento, no tengo un vehículo con cambio de marchas, pero sin duda tengo la intención de hacerlo en un futuro próximo.