Sentirse mal puede ser un trabajo duro a veces, y eso puede ser una señal de que es hora de dejar de esforzarse tanto. Tomar el camino de la conciencia significa también dejar espacio para el sufrimiento.
¿Te suena esto? Estás agotado, apenas puedes salir de la cama, te sientes poco apreciado, no visto, triste. Lo estás haciendo todo bien: meditar, escribir en tu diario de gratitud, comer bien, hacer voluntariado. Sin embargo, los días y las noches siguen estando teñidos de tonos azules. Todos queremos sentirnos bien, pero he aquí la cuestión: viajar en la oscuridad también puede formar parte de una vida consciente. A veces, una gran parte. La mayoría de nosotros sufrirá y se sentirá decaído en algunos momentos de su vida. Todos los estados de ánimo forman parte de la experiencia humana. En un momento dado, sentirse aplastado, frito o quemado puede estar en el menú.
Cuando buscamos que el mindfulness bloquee las emociones no deseadas o las experiencias vitales adversas, estamos destinados a sentirnos completamente decepcionados. El mindfulness no puede evitarnos los momentos difíciles. Pero la elección de vivir con atención plena puede evitar que empeoremos una situación desagradable.
Tanto si experimentas una depresión crónica, un hastío perpetuo o simplemente la sensación de que la vida es una batalla perdida, puedes encontrar formas de suavizar la situación, incluso cuando las ciénagas ardientes de la desesperación arden aún más.
Estas formas están ampliamente disponibles para cualquiera que las busque. Sé tu propio mejor amigo. Esté ahí para usted mismo. Trata tu estado de ánimo bajo con curiosidad y delicadeza. Tomamos el camino de la atención plena cuando nos mostramos ante nuestro propio sufrimiento, honramos su presencia y encontramos formas de estar ahí con él.
3 maneras de mostrarte a ti mismo un poco de bondad
Fíjate en cómo estás viendo el mundo, ahora mismo.
Cuando nos sentimos mal, nuestra perspectiva de la vida puede cambiar. Un momento doloroso puede hacer que veamos el mundo como algo horrible. ¿Por qué no convertir este momento cargado de oscuridad en un recordatorio para sintonizar con la belleza? Cuando buscamos la belleza, podemos encontrar muchas cosas bonitas que nos alivian y refrescan. El sonido del viento, el satisfactorio crujido de las hojas bajo los pies, una caja de pizza vacía que baila a la luz de la luna.
Elige siempre la bondad.
Nunca habrá una situación en la que ser poco amable con uno mismo, con los demás o con la situación a la que te enfrentas vaya a mejorar nada. Nunca. No tiene que gustarte cómo van las cosas, pero puedes calmar el pecho salvaje. Mira si puedes reconocer algo que te ayude a sentirte bien. Sólo tú sabes cuánto te anima cantar junto a “¡Sobreviviré!”. O tal vez hayas notado que comer un sándwich de atún hace que el día sea un poco menos sombrío. O que una vez que te metes en la ducha, el agua te sienta muy bien. ¿Qué hay en tu lista? En los momentos en los que no te sientas del todo mal, intenta fijarte en lo que te da una pequeña alegría. Sentirse deprimido puede provocar una amplificación excesiva de las experiencias adversas. Así que nota que te sientes abrumado y trata de recordarte a ti mismo que el cielo puede estar cayendo, o tal vez sólo se siente así.
Practica.
Para algunos, meditar con regularidad puede ser una forma de aumentar la tolerancia a los pensamientos y sentimientos más angustiosos. Si esperamos a que las cosas estén en su peor momento para meditar, centrarnos en la respiración puede ser agonizante. Practicamos regularmente para aumentar nuestra tolerancia a los momentos más insoportables de la vida. Practicamos para aportar una mayor conciencia y compasión a lo que se está experimentando: Al respirar, sentimos lo que hay, notamos que se siente como ácido, o cuchillos, o presión; no ignoramos lo que estamos sintiendo. Como describe la Dra. Shelley Taylor, atendemos y nos hacemos amigos, lo mejor que podemos.