Un compañero de trabajo y amigo me ofreció recientemente una sesión de curación gratuita, que él describe como “mantener el espacio”. Se trata de que el sanador simplemente “esté presente” y atento al momento con el cliente durante una videollamada.
Me explicó el proceso de antemano y me informó de que simplemente iba a hablar y a expresarme, sin que él me diera indicaciones. Acepté con gratitud su amable oferta.
No estaba segura de qué esperar, pero al haber estudiado yo misma varias modalidades de curación a lo largo de los años y tener una curiosidad natural por todos los aspectos de la espiritualidad y la salud holística, estaba abierta a la experiencia.
Para empezar, me invitó a relajarme y a concentrarme en mi respiración. Una vez que percibió que estaba preparada para continuar, me animó a empezar a hablar de lo que se me ocurriera.
“Oh, no”, pensé en secreto, “¿de qué demonios voy a hablar?”.
Pues bien, ¡pronto descubrí que no era nada difícil! Empecé a hablar espontáneamente, y pronto no paré de hablar. Empecé hablando de mis preocupaciones por mis mascotas que envejecen, y luego pasé a otras preocupaciones cotidianas y asuntos domésticos. Finalmente, pasé a hablar de mi historia familiar, concretamente de todas las veces que me había sentido invisible o defraudada por mis familiares.
A mitad de camino, dudé brevemente y le pregunté a mi amigo si no se estaba aburriendo. Pero me aseguró que estaba perfectamente, añadiendo que este tipo de trabajo era una gran vocación para él. Más tarde me explicó que él mismo había superado varios retos y tragedias en su vida a lo largo de los años, y que la posterior búsqueda del alma, así como la formación adicional en diversas prácticas holísticas, le llevaron finalmente a empezar a dar espacio a los demás.
La escucha profunda es el tipo de escucha que puede ayudar a aliviar el sufrimiento de otra persona. Puede llamarse escucha compasiva. Escuchas con un solo propósito: ayudarle a él o ella a vaciar su corazón ~ Tich Nhat Hanh
Mientras parloteaba, sin sentirme ya egoísta ni juzgada, empecé a compartir con él acontecimientos significativos y momentos decisivos de mi vida. Algunos de estos recuerdos dolorosos creía que los había enterrado y olvidado con éxito. Pero en este espacio seguro sentí que se me escuchaba por primera vez en estos asuntos.
Después me di cuenta de que se había producido un profundo cambio en mí, porque me sentía realmente ligera, alegre y en paz. Lo más extraño es que, desde entonces, he intentado recordar algunos de esos recuerdos dolorosos, pero es como si todo se hubiera borrado y ahora puedo avanzar hacia mi futuro sin la carga de llevar todo el dolor y el resentimiento durante tantos años.
Debido a mi trabajo con personas de todo el mundo, hace tiempo que sé que muchos de nosotros no nos sentimos verdaderamente vistos ni escuchados, pero por cortesía de mi amigo sanador, que me ha dado espacio, ahora me doy cuenta de que dar espacio a los demás, con un interés sincero y una escucha activa, es el catalizador más poderoso para sanar los corazones y las mentes.
La curación comienza con un interés sincero y una verdadera empatía por el alma que nos ha confiado para que la escuchemos. A veces, tu mera presencia y tu atención genuina pueden significar mucho más de lo que jamás podrás imaginar.