Todos tenemos momentos en los que dudamos de nosotros mismos; ninguno de nosotros es perfecto ni está seguro al cien por ciento del tiempo. Sin embargo, para algunos, la “duda” se convierte en un problema mucho más grande y feo, uno que puede hundir a una persona en las aguas del odio a sí mismo.
Esto se conoce como síndrome del impostor, y afecta a más personas de las que podrías imaginar. Aquellos que padecen el síndrome del impostor a menudo tienen ciertos hábitos, señales que revelan el estado de su confianza, aunque intenten ocultarlo a los demás.
Vivir con la constante nube oscura de la inseguridad sobre ti no es manera de vivir. Puedes cambiar eso a partir de hoy.
El síndrome del impostor es una lucha que muchas personas enfrentan, a menudo sin que nadie más lo sepa. Es un patrón psicológico donde las personas dudan de sí mismas en todos los aspectos a pesar de tener éxito visible y tangible. Creen que son menos, indignos, o cualquier otro sentimiento negativo que provenga de la duda.
Debido a esta mentalidad, forman muchos hábitos, hábitos que no hacen más que mantenerlos atrapados bajo el estrés que el síndrome del impostor trae. Al reconocer estos hábitos en ti mismo, puedes dar el primer paso para cambiarlos.
Trabajarse en Exceso
Las personas que secretamente luchan con el síndrome del impostor a menudo se sobrecargan de trabajo en un intento de demostrar su valía y competencia. Sienten la necesidad de ir más allá en sus tareas, creyendo que solo trabajando más duro que los demás pueden ocultar sus supuestas deficiencias.
Trabajar en exceso también puede manifestarse al asumir más responsabilidades de las que pueden manejar. Pueden ofrecerse para proyectos adicionales o quedarse tarde en el trabajo, todo con el esfuerzo de demostrar su valor. Este hábito puede llevar al agotamiento a medida que se empujan continuamente a cumplir con estándares poco realistas.
Minimizar Sus Logros
Otro hábito común entre aquellos con síndrome del impostor es minimizar sus logros y éxitos. A menudo atribuyen sus logros a la suerte, el momento o factores externos en lugar de reconocer sus propias habilidades y esfuerzos.
Cuando se les elogia o reconoce por su trabajo, pueden responder con frases como “No fue nada” o “Solo tuve suerte”. Este hábito no solo disminuye su autoestima, sino que también afecta cómo los demás perciben sus capacidades. Esta autodepreciación les impide disfrutar plenamente de sus éxitos y refuerza sus sentimientos de insuficiencia.
Buscar Constantemente Validación
Las personas que luchan con el síndrome del impostor frecuentemente buscan validación y seguridad en los demás. Dependen de la afirmación externa para sentirse seguros acerca de sus habilidades, potencial y decisiones. Esto proviene de su profundo miedo a ser descubiertos como un fraude, aunque no lo sean, lo que los hace dependientes de las opiniones de los demás para validar su valía.
Esta necesidad de constante reafirmación puede tensar las relaciones y crear un ciclo de dependencia que agota a todos los involucrados. Pueden pedir frecuentemente retroalimentación, segundas opiniones, elogios y confirmación, siempre dudando de su propio juicio y capacidades. Aunque buscar validación puede proporcionar alivio temporal, en última instancia refuerza sus inseguridades y les impide desarrollar autoconfianza.
Compararse Constantemente con los Demás
Otro hábito común entre aquellos con síndrome del impostor es compararse desfavorablemente con sus pares. A menudo creen que los demás son más competentes, exitosos o merecedores que ellos, incluso si están al mismo nivel de habilidad que la otra persona. Pase lo que pase, siempre se ven a sí mismos como peores.
Estas comparaciones pueden ser particularmente dañinas, ya que ignoran sus propias fortalezas únicas mientras se enfrentan a otros, incluso a aquellos que aman. Este hábito puede llevar a sentimientos de envidia, frustración y una disminución de la autoestima, profundizando aún más su falta de confianza.
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Evitar Nuevas Oportunidades
Las personas con síndrome del impostor a menudo evitan nuevos desafíos y oportunidades debido al miedo al fracaso. Temen que asumir algo nuevo exponga su supuesta incompetencia, lo que llevaría a la vergüenza, la crítica o una reputación empeorada. Este hábito limita su crecimiento, impidiéndoles alcanzar su pleno potencial.
Evitar desafíos también puede significar perder valiosas experiencias y oportunidades de avance. Pueden rechazar promociones, evitar hablar en público o alejarse de roles de liderazgo, todo por miedo a ser “descubiertos”.
Sobreanalizar Cada Tarea
Prepararse en exceso y sobreanalizar cada tarea y decisión es otro hábito común entre aquellos con síndrome del impostor. Sienten la necesidad de planificar meticulosamente y escrutar cada detalle para evitar cometer errores y enfrentar críticas por ello. Este hábito puede llevar a la procrastinación y la ineficiencia, ya que pasan tiempo excesivo en tareas que podrían completarse más rápidamente.
Esta sobrepreparación proviene de su miedo al fracaso y el deseo de cumplir con estándares poco realistas. Pueden crear planes extremadamente detallados, realizar investigaciones exhaustivas o buscar múltiples opiniones antes de tomar una decisión. Aunque la minuciosidad puede ser beneficiosa, este hábito a menudo conduce a un estrés innecesario que obstaculiza su confianza.
Tu Peor Enemigo
El síndrome del impostor puede infiltrarse en cada área de la vida de una persona. Desde el trabajo, el hogar, los amigos, hasta la diversión, todo puede estar teñido por los sentimientos que el síndrome del impostor infunde en la mente de uno. Es omnipresente, difícil y todo abarcador.
Pero no es invencible, no es imposible de superar o cambiar. Puedes derrotar el síndrome del impostor. Con una red de apoyo sólida, la ayuda de un profesional y una infinita amabilidad hacia ti mismo, puedes llegar a ver cuánto valor tienes y la alegría que traes al mundo.