El amor es una experiencia intensa. En algún momento de nuestras vidas, todos sentimos un amor tan fuerte que incluso puede asustarnos. Este sentimiento pone en marcha nuestro cerebro y corazón, liberando hormonas y químicos que mejoran nuestro estado de ánimo y nos hacen ver la vida de una manera completamente nueva.
Sin embargo, esta sensación puede volverse peligrosa si no sabemos mantenerla bajo control. Un amor unilateral pero igual de intenso se llama limerencia, y es fácil perderse en él antes de darse cuenta de lo que está sucediendo.
La limerencia puede desarrollarse cuando alguien se cansa de buscar a su alma gemela o cree haberla encontrado, pero sus percepciones resultan equivocadas. Estos errores se pueden evitar si sabes cómo reconocerlos.
Las primeras fases
En los primeros meses de una relación, conocidos como la etapa de luna de miel, es normal sentir una oleada de emociones intensas. Este torbellino emocional puede hacerte sentir algo fuera de control, preguntándote cómo una sola persona puede provocar tal efecto en ti.
Sin embargo, ¿qué sucede si comienzas a experimentar estas emociones por alguien con quien ni siquiera estás saliendo? ¿Y si esas emociones se intensifican hasta convertirse en algo más cercano a la obsesión que al amor? Esto es lo que se conoce como limerencia: una relación fantasiosa en la que una persona se imagina estando con alguien, aunque esa conexión no exista realmente.
A continuación, se presentan algunas señales de que podrías estar experimentando limerencia hacia alguien en tu vida.
1. Reacciones físicas intensas
La presencia de esta persona desencadena una ola de reacciones físicas. Esperar su llamada, anticipar un mensaje o prepararte para verla puede provocar ansiedad o un nudo en el estómago. Al acercarte a ella, tu corazón puede acelerarse, e incluso podrías tartamudear por los nervios.
En casos más extremos, su proximidad puede causarte mareos o una sensación de desmayo. Si bien un poco de nerviosismo es normal, reacciones físicas tan intensas y prolongadas son una señal de que lo que sientes no es saludable.
2. Crees que son perfectos
Te obsesionas con verlos como seres perfectos. Cada acción que realizan parece única y brillante. Incluso sus defectos o comportamientos indeseables los racionalizas como algo “adorable”, distorsionando la realidad para mantener intacta tu imagen idealizada de ellos.
Esto puede ser peligroso si comienzas a ignorar señales de alerta evidentes solo para preservar esa visión idealizada.
3. Creas encuentros “accidentales”
Planeas deliberadamente escenarios para encontrarte “por casualidad” con esta persona. Ya sea frecuentando su cafetería favorita o pasando tiempo en su vecindario, moldeas tu día con la esperanza de pasar aunque sea un momento con ellos.
Aunque esto puede parecer inofensivo, si se descubre, podría interpretarse como inquietante o incluso acosador.
4. Sientes celos intensos
A pesar de no tener una relación con esta persona, experimentas celos irracionales hacia cualquier posible interés romántico en su vida. Imaginas rivales y te sientes posesivo, juzgando a cualquiera que trate de acercarse a ellos.
Estos celos también pueden impedirte considerar la posibilidad de salir con otras personas, como si estuvieras emocionalmente atado a alguien que ni siquiera está comprometido contigo.
5. Te deprimes cuando están distantes
Si esta persona se aleja, puedes sentir una tristeza profunda e insuperable. Y si intentaran apartarte de su vida, el dolor emocional podría parecer insoportable.
Tu bienestar emocional no debería depender de otra persona, especialmente si no tienes una relación cercana con ella.
6. Imaginas escenarios irreales
Te encuentras creando fantasías sobre esta persona, como imaginarlos en roles heroicos o visualizándote a ti mismo como su salvador.
Cuando tus pensamientos se centran más en escenarios ficticios que en la realidad, es una señal de que estás atrapado en una visión distorsionada de ellos.
7. No puedes dejar de imaginar un futuro juntos
Sueñas constantemente con un futuro ideal junto a esta persona, dejando que tus pensamientos se adelanten a la realidad. En lugar de ser realista, te sumerges por completo en esta visión idílica.
Aunque imaginar cosas positivas es normal, cuando estas fantasías se vuelven obsesivas, cruzas la línea hacia la limerencia.
8. Analizas cada acción
Pasas tiempo interpretando cada palabra, gesto o reacción de esta persona, buscando señales de que sienten lo mismo por ti.
Esto puede llevarte a asignar significados donde no los hay, creando una versión de la realidad que solo existe en tu mente.
9. Te obsesionas con su vida
Tu atención se centra excesivamente en todos los aspectos de su vida: sus conversaciones, rutina diaria, necesidades y reacciones. Tu día gira en torno a ellos, buscando algún tipo de conexión o sincronía.
Esto va más allá de un interés saludable y se convierte en una obsesión.
10. Sientes que los necesitas en tu vida
Sientes una necesidad desesperada de tenerlos en tu vida, como si estuvieras incompleto sin ellos. Este deseo de su atención y aprobación se convierte en una fuerza abrumadora.
La creencia de que tu vida está entrelazada con la suya puede volverse dañina, pero no puedes dejarla ir.
Un problema serio
Aunque algunas de estas señales, como el nerviosismo o el deseo de estar cerca de alguien, pueden parecer normales, la limerencia lleva estas emociones al extremo. Este estado puede durar años si sigues alimentándolo, ya sea después de una ruptura, con un extraño, un amigo o incluso una celebridad.
Más allá del amor
Si reconoces que tú o alguien cercano está atrapado en la limerencia, hay formas de superarlo. Con el tiempo, la falta de reciprocidad suele disminuir estos sentimientos.
Mientras tanto, desafía tus pensamientos, cuestiona cómo percibes a esta persona y recuerda por qué esta situación no es saludable para ninguno de los dos. Al entender que esto no es amor, será más fácil dejarlo ir.