Recuerdo cuando mis padres me hablaban muy duramente, y en esos momentos pensaba: “Nunca le hablaré así a mis hijos cuando crezca”. Y aunque sigo intentando cumplir esa promesa, no soy perfecto.
Todos hemos estado ahí: les hemos dicho a nuestros hijos un millón de veces cuáles son las reglas, y aun así, entran corriendo a la casa con los zapatos llenos de tierra, dejan su ropa sucia en el suelo, dejan envolturas de snacks en su habitación, o se olvidan de hacer la tarea y regresan a casa con un cero. En esos momentos, es fácil frustrarse y decirles algo incorrecto. Sin embargo, es importante recordar que las palabras que le dices a tu hijo se convierten en su monólogo interior. Tú eres su voz interior.
Depende de ti que ese monólogo sea un animador o un acosador. Puede sonar dramático y si eres alguien que cree en estilos de crianza más estrictos, puede parecer una tontería. Pero estoy aquí para decirte que los pequeños cerebros internalizan lo que oyen y experimentan. No puedes retractarte de lo que dices. Cuando tu hijo es sorprendido dibujando en las paredes y tú gritas: “¡No puedo creer lo estúpido que puedes ser!”, tu hijo no oye “puedes ser”, lo que oye es que es estúpido. La pared puede ser limpiada. A tu hijo se le puede enseñar mejor. Pero no puedes retractarte de llamarlo estúpido.
Piensa en esto: ¿cuál es tu propia voz interior? ¿Tienes la tendencia de participar en diálogos internos negativos? Si es así, ¿las palabras que dices te suenan familiares? Es probable que sí, y es probable que esa voz sea la voz de tu principal cuidador cuando crecías. Y si fueron amables contigo o demasiado duros contigo, probablemente ha impactado en tu voz interior para bien o para mal.
Al hablar con los niños, es importante hacerlo intencionalmente. Si te enojas con ellos, enfádate con su acción, no con ellos como persona. Ten empatía por tus pequeños humanos. Sí, ella pudo haber derramado la jarra de té en el suelo, cubriendo el piso de azúcar pegajosa, pero eso podría pasarle a cualquiera, ¿verdad? No es una oportunidad para destrozar a tu hijo. En cambio, es el momento perfecto para hablar sobre ser cuidadoso. Un error cometido por tu hijo probablemente no es el fin del mundo. Incluso si lo fuera, es muy improbable que merezca un abuso (emocional o de otro tipo). Recuerda, pequeños humanos.
Tómate un tiempo para calmarte antes de hablar en el calor del momento. Cuando impongas un castigo, recuérdale a tu hijo que lo amas sin importar qué, pero que las acciones tienen consecuencias. Hay una manera de ser un padre efectivo y empático. Puedes ser ambos y sobresalir con equilibrio.
La autoestima de tu hijo es muy importante. No se trata solo de que se sientan bien consigo mismos. Se trata de que crean en sí mismos para aceptar el amor de una manera saludable. Se trata de que persigan sus metas y carreras porque saben de lo que son capaces. La autoestima no se trata de trofeos de participación o lo que sea que la gente diga cuando se ríen de las mamás que se preocupan por la autoestima de sus hijos. La autoestima importa porque es la base sobre la que tu hijo se estabiliza en el mundo como individuo, sin ti. Cuando hablamos duramente a nuestros hijos, erosionamos esa estabilidad y si continuamos, podemos destruirla por completo. Tenemos el poder de construir a nuestros hijos o destruirlos, usando nada más que nuestras palabras. Escoge las tuyas sabiamente.
Conclusión:
La forma en que nos comunicamos con nuestros hijos no solo afecta su comportamiento inmediato, sino que también moldea su percepción de sí mismos y su capacidad para enfrentar el mundo con confianza. Nuestras palabras tienen el poder de ser herramientas constructivas o destructivas. Al ser conscientes de esto y optar por una comunicación empática y respetuosa, fomentamos un entorno donde nuestros hijos pueden desarrollar una autoestima saludable, creer en sus capacidades y alcanzar sus objetivos. Cada interacción es una oportunidad para fortalecer su seguridad y confianza. Por lo tanto, es esencial elegir nuestras palabras con sabiduría y amor, construyendo así una base sólida para su futuro bienestar emocional y mental.