¿Y si un cambio tan simple como las palabras que usas pudiera mejorar enormemente tus relaciones con tus seres queridos? Y no sólo su elección de palabras, sino también el tono y la entrega. Las relaciones sanas y exitosas requieren una comunicación constructiva y a menudo nuestras relaciones fracasan sólo por nuestras palabras.
Muchas personas se enamoran con el paso del tiempo sólo por las conversaciones que mantienen entre sí. Las relaciones suelen terminar sólo con palabras, sobre todo hoy en día, cuando es cada vez más frecuente que nos dejen sin contemplaciones por medio de un mensaje de texto. Las palabras que elegimos y la forma en que las comunicamos pueden evocar oleadas de alegría y felicidad, o pueden cortar como un cuchillo.
Tendemos a dar por sentado a las personas que forman parte de nuestra vida. Nos volvemos perezosos y complacientes y nos olvidamos de expresar nuestra gratitud y aprecio por las relaciones que mantenemos con nuestros seres queridos. Es de vital importancia que adoptemos formas mejores y más espirituales de comunicarnos con las personas que nos importan.
¿Te has parado a pensar en las palabras que utilizas con tus seres queridos? Lo más probable es que hables de forma algo diferente a los desconocidos. O tu elección de palabras ya no es la de cuando estabas enamorado y la relación era totalmente nueva. Y qué decir de las palabras que utilizamos cuando hablamos con nuestros hijos; ¿les estamos elevando y animando, o les estamos causando un trauma de por vida?
Con demasiada frecuencia decimos cosas de las que luego desearíamos retractarnos. Pero si pensamos antes de hablar y elegimos las mejores palabras, el mejor tono y la mejor forma de decirlo, es mucho más probable que construyamos el tipo de relaciones que deseamos y merecemos.
Todos queremos que nos traten con respeto, amor y amabilidad. Pero cuando dejamos que las palabras airadas y las declaraciones crueles se filtren en una relación, cada vez es más difícil mantener el respeto, el amor y la amabilidad. Una relación basada en conversaciones airadas, acusaciones, insultos y degradación no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir a largo plazo. Y una vez que se llega a ese punto con alguien… normalmente no hay vuelta atrás.
Siempre les digo a mis clientes que, si quieren que una relación crezca, tienen que alimentarla. Así que, la próxima vez que te dirijas a un ser querido, o incluso a tu propio discurso, recuerda lo verdaderamente importantes que son tus palabras. Nuestros pensamientos y palabras crean nuestra realidad. Por lo tanto, son las herramientas metafísicas y los recursos espirituales más poderosos que tenemos a nuestra disposición.