La humanidad tiene muchos refranes que atribuyen el dolor físico a las luchas emocionales. Tener el corazón roto, que algo te duela en el cuello, que te pese en la cabeza, un peso sobre los hombros. Sabemos que el dolor puede hacer que nuestro cuerpo se sienta peor físicamente, pero ¿hay más relación de la que pensamos?
Aquí encontrarás algunas de las formas en que el dolor emocional está relacionado con determinados tipos de dolor físico, qué partes de nuestro cuerpo están vinculadas a qué sentimientos y qué podemos hacer al respecto.
¿Tienes deseos, anhelos o sueños a los que te has aferrado durante mucho tiempo, pero hacia los que no has avanzado? ¿Te gustaría cambiar eso?
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Dolores y molestias
Una toma cercana del cuello y hombros de una mujer desde atrás, dos brillos rojos mostrando puntos de dolor, una mano masajeando el punto en su hombro.
La idea de que el estrés, la tristeza, la ira y otras emociones negativas nos causan dolor físico no es un concepto nuevo. Todos hemos sentido la agonía de la pena, de la depresión, de la tristeza abrumadora, y hemos sentido los estragos que causan en nuestra forma física.
Pero es algo más profundo, ya que los dolores en zonas concretas también pueden reflejar sentimientos específicos en lugar de ser una etiqueta global. ¿Qué dice el dolor de tu cuerpo sobre cómo te sientes?
Cabeza
Tener que llevar siempre la iniciativa y estar al mando puede ser agotador para la mente. Aunque seas una persona motivada, decidida y apasionada, tener siempre el control puede cansarte y provocarte fuertes dolores de cabeza.
No todo se arregla siendo listo o intentando microgestionarlo todo. De hecho, intentar controlarlo todo puede empeorar las cosas. Para aliviar este dolor, intenta dejarte llevar de vez en cuando. Comprende lo que puedes cambiar y lo que no. Al principio te costará, pero verás que así aliviarás la presión de tu mente y podrás respirar.
Cuello y hombros
El dolor de cuello y hombros puede ser el resultado de cargar con demasiadas responsabilidades, sentir que tienes demasiado que hacer y poco tiempo. Estás asumiendo demasiadas cosas por ti mismo, creando un dolor literal en el cuello al estar sobrecargado.
En lugar de obstinarte en hacerlo todo solo, intenta pedir ayuda. No pasa nada por pedir ayuda cuando la necesitas, ya sea a amigos, familiares, compañeros de trabajo u otros. Todos preferirán ayudarte a verte ahogado bajo el peso.
Corazón y pecho
Cuando el corazón y el pecho te duelen emocionalmente, llevas una pesada carga en tu interior. Este dolor puede representar una profunda tristeza, dolor u otros sentimientos no resueltos que albergas. También puede ser una señal de que algo pesa mucho en tu corazón, ya sea una pérdida, una traición o un anhelo.
Al igual que el dolor físico nos alerta de lesiones que necesitan atención, el dolor emocional indica que tu interior necesita cuidados y curación. Tómate tiempo para reconocer y explorar estos sentimientos, tal vez escribiendo un diario, para comprender mejor su origen. Una vez que conozcas la causa raíz, podrás empezar a superarla y sentir cómo desaparece ese dolor en el pecho.
Manos
El dolor de manos puede ser el resultado, irónicamente, de unas manos ociosas. Puede que hayas estado encerrado últimamente, sin ver a nadie ni desafiarte a ti mismo de ninguna manera, sin trabajar para algo ni practicar nada. Tus manos están deseando ir a algún sitio y hacer algo, ¡así que hazlo!
Pasa tiempo con tus amigos, busca un nuevo pasatiempo, ve a una exposición local, cualquier cosa que te haga salir y moverte. Ocúpate de todo y no sólo sentirás cómo desaparece el dolor de manos, sino también cómo se realiza tu alma.
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Estómago
Cuando tienes miedo, puede que sientas la barriga tensa. ¿Has oído hablar alguna vez del «malestar estomacal»? Ocurre sobre todo cuando estás preocupado o disgustado, cuando la ansiedad y el estrés te hacen un nudo en las tripas. Si ignoras tus miedos, tu cuerpo puede reaccionar aún más, quitándote el apetito o haciéndote sentir náuseas.
La única forma de superar los miedos es enfrentarse a ellos, o al menos enfrentarse a la idea de tenerlos. Háblalo con alguien de confianza para encontrar una forma segura de desahogarte.
Caderas y lumbares
No es raro que la ira se manifieste en forma de dolor en la parte baja de la espalda, el punto que soporta toda la parte superior de nuestro cuerpo y todo el dolor que conlleva. La mejor manera de librarse de esta carga emocional es hablándolo. Túmbate en un lugar cómodo, quítate la presión de la columna, desahógate con un amigo o terapeuta y verás cómo mejoras cuando vuelvas a ponerte de pie.
En el futuro, en lugar de dejar que la rabia se acumule hasta el punto del dolor, intenta utilizarla para hacer cambios positivos en tu vida. Defiéndete, afirma tus límites y déjate motivar por un sentimiento que antes te habría debilitado.
Pies y tobillos
Cuando nos sentimos indiferentes o desmotivados, puede parecer que estamos parados en la vida, haciendo que nos duelan los pies por el peso de todo. La clave está en liberarse del estancamiento. Empieza por fijarte en las pequeñas alegrías y la belleza del mundo que te rodea. Disfruta de las imágenes, los sonidos, los olores, los sabores y las texturas que hacen que la vida sea especial. Practicar la gratitud por sí solo puede ayudar a aliviar parte de ese dolor.
Cambiar de rutina o probar algo nuevo también puede ayudar en este sentido, ya que te recordará que hay más cosas en la vida que el mismo camino que sigues recorriendo. Mantén los ojos abiertos a nuevas oportunidades en todas partes y aprovéchalas.
Más fuerte que el dolor
Por supuesto, hay muchos otros factores que contribuyen al dolor, y no hay garantía de que resolver los problemas emocionales cure también los físicos. Pero merece la pena intentarlo. En el peor de los casos, ahora te sentirás mejor respecto a la tristeza que te aquejaba, ¡y eso puede ayudar a mitigar el dolor físico que te queda!
Una mente, un corazón y un alma más felices pueden motivarte para soportar cualquier agonía física, ya que una gran fuerza emocional puede superar cualquier desafío físico.