No existe tal cosa como una vida vivida sin algo de ansiedad. Incluso la persona más intrépida que conoces ha estado ansiosa por algo en algún momento de su vida. Ya sea que se trate de un miedo puntual o un problema crónico de salud mental, es más saludable para todos nosotros saber cómo lidiar adecuadamente con la ansiedad cuando asoma su fea cabeza.
Una de las herramientas más poderosas que tenemos para combatir la ansiedad es nuestra voz. Te sorprendería la cantidad de beneficios que tiene simplemente hablar de nuestra ansiedad.
Nuestra ansiedad puede hacer que nos sintamos atrapados, agobiados y sin esperanza, con una nube oscura que se cierne sobre nuestras cabezas.
Dolor del momento
La ansiedad es una experiencia profundamente personal, pero es algo a lo que casi todo el mundo se enfrenta en un momento u otro. Aunque la ansiedad se ha convertido en parte de nuestro vocabulario común, a menudo todavía nos sentimos incómodos hablando de ella abiertamente. Muchos de nosotros mantenemos nuestras preocupaciones reprimidas, pensando que es más fácil manejarlas solos.
Sin embargo, hablar de nuestra ansiedad puede ser una forma poderosa de aliviar la tensión que conlleva. Puede parecer desalentador, especialmente cuando vivimos en un mundo que a menudo espera que estemos “bien” todo el tiempo, pero permitirnos compartir lo que pensamos puede cambiar la forma en que nos vemos a nosotros mismos y nuestras luchas, ayudándonos a recuperar parte del equilibrio que la ansiedad a menudo nos quita. He aquí un resumen de por qué hablar de nuestra ansiedad es tan útil y cómo exactamente nos beneficia.
Alivio inmediato
Uno de los efectos más simples pero más poderosos de hablar sobre la ansiedad es el alivio inmediato que brinda. La ansiedad a menudo se acumula cuando se deja en espiral en nuestras mentes, creciendo con cada pensamiento, preocupación o preocupación hasta que se siente abrumadora e insuperable. Podemos empezar a aliviar parte de esa presión simplemente hablando de lo que nos molesta.
Imagina una olla con agua hirviendo. Si no se atiende, la presión se acumula y, con el tiempo, puede desbordarse. Pero al abrirse, es como dejar escapar algo de ese vapor. A veces, decir las palabras nos ayuda a darnos cuenta de que la situación puede no ser tan abrumadora como se sintió inicialmente.
No estamos solos
Cuando estamos atrapados en un ciclo de ansiedad, es difícil ver las cosas con claridad. Nuestras mentes tienden a exagerar las amenazas potenciales, lo que nos lleva a imaginar los peores escenarios que tal vez nunca sucedan. Esta distorsión es uno de los rasgos definitorios de la ansiedad, que nos hace sentir que cada problema es más grande y complejo de lo que realmente es.
A través de la conversación abierta, a menudo descubrimos que otros tienen experiencias y luchas similares, lo que puede ser tranquilizador. Escuchar a alguien decir: “Yo también he estado allí” o “Eso suena muy duro” puede validar nuestros sentimientos y recordarnos que no estamos solos al enfrentarlos.
Encontrar nuevos métodos
Hablar de la ansiedad también puede ayudarnos a aprender nuevas herramientas para controlarla. Al hablar de cómo nos afecta la ansiedad, a menudo aprendemos nuevas formas de afrontarla. Ya sea escuchando sobre una técnica que ayudó a otra persona o simplemente explorando el problema en voz alta, hablar puede mostrarnos nuevas vías para manejar nuestras emociones.
Cuando hablamos con un amigo o terapeuta, podemos aprender ejercicios de respiración, técnicas de visualización o estrategias para manejar el estrés. Entonces podemos archivar estas nuevas ideas y perspectivas; Luego, la próxima vez que tengamos dificultades, tenemos todo un arsenal de cosas para probar que pueden ayudarnos a sentirnos mejor.
Acercándonos
Compartir nuestras experiencias de ansiedad también puede profundizar nuestras relaciones. Cuando somos abiertos y honestos acerca de nuestros sentimientos, invitamos a otros a hacer lo mismo, y esta apertura crea una profundidad entre las personas que comparten sentimientos tan vulnerables. Forma un fuerte vínculo en el que ambos saben que pueden ser abiertos el uno con el otro.
Sin mencionar que dejar que otras personas nos apoyen también fortalece nuestra relación con ellas. Los amigos y otros seres queridos aprecian que se les confíen nuestros sentimientos y, a menudo, están ansiosos por ayudarnos en nuestros momentos de necesidad. Hay un alivio que se siente cuando ya no sientes que estás ocultando parte de ti mismo.
Te entienden
Uno de los aspectos más reconfortantes de hablar de ansiedad es la sensación de ser comprendido. Cuando alguien escucha nuestra experiencia y la reconoce, nos sentimos vistos y escuchados. Esta validación puede ser una cura maravillosa para las inseguridades que la ansiedad a menudo provoca.
Sentirse comprendido también ayuda a reducir la vergüenza y las dudas, reemplazándolas con la autoaceptación. Con el tiempo, esta aceptación puede cambiar la forma en que vemos nuestra ansiedad, haciéndola sentir menos como un obstáculo y más como algo que podemos manejar. Nos recuerda que nuestras experiencias son válidas y que está bien pedir apoyo cuando lo necesitamos.
Ser más consciente de sí mismo
Cuando hablamos abiertamente sobre la ansiedad, obtenemos información sobre qué la desencadena específicamente y cómo nos afecta. Esta autoconciencia es una parte clave del manejo de nuestra ansiedad porque nos permite reconocer patrones y, por lo tanto, anticipar cuándo nuestra ansiedad podría afectarnos.
Con el tiempo, este conocimiento puede ayudarnos a tomar medidas proactivas en el cuidado de nuestra salud mental. Es posible que comencemos a detectar los pensamientos ansiosos antes, lo que nos permite responder de una manera saludable antes de que nos sintamos demasiado abrumados para lidiar con ellos. Al comprendernos mejor a nosotros mismos, podemos hacernos cargo de nuestra salud mental, lo que también nos ayuda a sentirnos más empoderados.
Para su beneficio
Hablar sobre la ansiedad puede parecer difícil al principio, pero es una de las cosas más compasivas que podemos hacer por nosotros mismos. Abrirnos sobre nuestras luchas puede aliviar la carga, ayudarnos a encontrar claridad y recordarnos que no estamos solos. Al permitirnos conectarnos con los demás, estamos construyendo una base de apoyo que puede marcar la diferencia.
Con el tiempo, compartir nuestras experiencias solo mejora nuestras vidas. Nos volvemos más resilientes, más comprensivos y más cercanos a las personas en las que confiamos. Recuerde, está bien comunicarse y compartir lo que está pasando. A menudo es el primer paso en el camino hacia la curación.