Incluso las mejores, más adecuadas y más pintorescas relaciones del mundo no funcionan sin trabajo por ambas partes. Las buenas relaciones no siempre son fáciles, y muchas necesitan revisar, reevaluar o tener conversaciones serias para seguir funcionando sin problemas.
Sin embargo, es fácil que el esfuerzo se vuelva desequilibrado o que el trabajo de una persona no parezca mejorar nada. ¿Qué sucede cuando una relación en la que invertimos tanto tiempo y esfuerzo nunca cambia?
Después de salir de una relación a largo plazo, puede sentirse como si nunca pudieras volver a intentarlo; es demasiado difícil empezar desde cero.
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Intentar arreglar lo que está roto
Todos hemos estado allí, tratando desesperadamente de salvar una relación que parece desmoronarse por las costuras. Pones todo tu corazón y alma en hacer que las cosas funcionen, convencido de que si solo te esfuerzas lo suficiente, todo se arreglará mágicamente. Pero, ¿qué pasa si todo ese esfuerzo es en vano? ¿Qué pasa si la relación nunca estuvo destinada a ser?
Muchas personas caen en la trampa de creer que si simplemente se esfuerzan más, si aman con más intensidad, pueden arreglar cualquier relación. Esta mentalidad puede llevar a años de frustración y desamor. Es importante entender que, aunque el esfuerzo es fundamental para mantener relaciones saludables, no siempre es suficiente para salvar una que está fundamentalmente defectuosa.
Todo sobre nosotros
La idea de que si solo ponemos más esfuerzo, mostramos más amor o hacemos más compromisos, podemos cambiar las cosas, es extremadamente común. Es un instinto natural que nace de nuestro deseo de mantener las relaciones que amamos y evitar el dolor de la pérdida. Pero aquí está el detalle: las relaciones son de dos vías, y ningún esfuerzo de una persona puede compensar las incompatibilidades fundamentales o la falta de inversión mutua.
Esta ilusión de control puede ser reconfortante, pero también es peligrosa. Terminamos agotándonos emocional, mental y a veces físicamente, persiguiendo una relación que podría haber estado destinada al fracaso desde el principio. Aunque duele, a veces lo más amable que podemos hacer por nosotros mismos es reconocer cuando nuestros esfuerzos son en vano.
Fundamentos agrietados
Piensa en una relación como una casa. No importa cuánto la decores, renueves o mejores el interior, si los cimientos están agrietados, toda la estructura está en riesgo. El mismo principio se aplica a nuestras relaciones románticas. Si los elementos fundamentales de compatibilidad, respeto mutuo y valores compartidos no están presentes desde el principio, ninguna mejora superficial hará que la relación sea verdaderamente estable y satisfactoria.
Esto no significa que cada relación deba ser perfecta desde el primer día. Crecer juntos y superar desafíos es parte de lo que hace que las relaciones sean fuertes. Pero hay una diferencia entre trabajar en los obstáculos normales de una relación e intentar forzar una conexión que simplemente ya no existe.
Por qué nos quedamos demasiado tiempo
Una de las razones por las que a menudo persistimos en intentar arreglar una relación condenada es la idea de la falacia del costo hundido. Hemos invertido tanto tiempo, energía y emociones, que la idea de irnos nos parece admitir una derrota. Nos decimos a nosotros mismos: “Ya he puesto tanto, no puedo rendirme ahora”.
Es importante recordar que nuestras inversiones pasadas no significan nada si las cosas aún no mejoran. A veces, lo más valiente y amoroso que podemos hacer por nosotros mismos es reconocer que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, las cosas no están funcionando. No es rendirse; es reconocer el momento de redirigir nuestra energía hacia conexiones más saludables y felices, incluidas las que tenemos con nosotros mismos.
Saber cuándo es el momento
Darse cuenta de que una relación no se puede salvar es una de las experiencias más dolorosas que podemos atravesar. Se siente como un fracaso personal, una inutilidad en todo lo que hemos puesto en la relación. El dolor puede ser abrumador y hacernos aferrarnos aún más a lo que estamos perdiendo. La verdad, aunque difícil de aceptar, es que a veces dejar ir es lo más amoroso que podemos hacer por nosotros mismos y por nuestra pareja.
Aferrarnos a una relación que está fundamentalmente defectuosa o es incompatible no solo nos lastima, también impide que ambas personas encuentren conexiones que se alineen mejor con quienes son y lo que necesitan. Al vivir en la negación, solo nos detenemos a nosotros mismos.
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Dolor transformado en crecimiento
Una vez que reconoces que la relación ha llegado a su fin, todavía hay una oportunidad para aprender y crecer. Al reflexionar sobre lo que no funcionó y por qué, podemos obtener ideas sobre nuestras propias necesidades, deseos, valores y patrones en las relaciones. Esta autoconciencia nos ayuda más tarde a construir relaciones más saludables y satisfactorias.
Tómate el tiempo para considerar lo que has aprendido sobre ti mismo a través de esta experiencia. ¿Cuáles fueron las señales de alerta que podrías haber pasado por alto? ¿Qué compromisos hiciste que iban en contra de tus valores fundamentales? ¿Has descubierto nuevos límites que antes no conocías?
Un futuro por delante
Después de aceptar que una relación no se puede salvar, el camino hacia adelante puede parecer abrumador. La idea de empezar de nuevo, de abrirte a nuevas personas, puede ser intimidante. ¡Pero recuerda que cada final también es un comienzo! Al liberarte de una relación que no era la adecuada, estás creando espacio para nuevas experiencias, crecimiento y, tal vez, una nueva relación que te convenga mucho más de lo que jamás habías imaginado.
Esto no significa salir inmediatamente con la próxima persona que encuentres. Tómate el tiempo para sanar, para redescubrirte fuera de la persona que has dejado atrás. Invierte en tus amistades, persigue tus pasiones y concéntrate en construir una vida que se sienta plena y verdadera para quien eres. Esto te preparará para tu próxima aventura romántica.
Lucha por lo que mereces
Si alguna vez has tenido esta realización o es un proceso de pensamiento que te resulta familiar, debes saber que este no es el final de tu historia. Es un capítulo, tal vez uno difícil, pero uno que puede y conducirá a un futuro mejor con mejores relaciones.
Cree en la posibilidad de un amor que se ajuste exactamente a lo que necesitas y más. Confía en que al honrar tus valores y al negarte a conformarte con una relación que no es la adecuada, estás allanando el camino para una relación que te permita ser tu yo más auténtico. Recuerda, mereces un amor que no te exija agotarte tratando de hacerlo encajar.