La esencia de ser humano radica en los sentimientos y las emociones. Todos los sentidos se entrelazan en una espiral de ADN perfectamente estructurada. Sentir es lo que nos hace humanos y vulnerables, pero, al mismo tiempo, nos hace íntegros y sagrados. Sin embargo, tratamos de huir de nuestros sentimientos y emociones porque nos hacen parecer débiles y fuera de control. Como la medicina del Coyote Astuto, tarde o temprano, nos alcanzan y nos muerden por la espalda.
Como especie, deberíamos haberlo comprendido todo a estas alturas, pero lo cierto es que no podemos escapar de las emociones, por más que intentemos ignorarlas o bloquearlas. Como una sombra al mediodía, siempre están frente a nosotros y bajo nuestra piel, empujándonos, presionándonos y volviéndonos irritables. La vida se ha vuelto cada vez más demandante, como un niño de tres años.
Creamos el futuro de la Tierra con cada palabra que pronunciamos. Nuestras palabras tienen vida propia y siempre se manifiestan. A veces es mejor guardar silencio que hablar sin pensar, ya que el universo siempre está escuchando. Las palabras negativas pueden cancelar los planes más perfectos del Universo. Tus palabras son semillas celestiales, como el polen que viaja por el mundo en busca de dónde posarse. Tú mismo puedes sabotear los mejores designios del Universo con palabras y pensamientos destructivos. La vida y la muerte están en el poder de tus palabras, y recibirás exactamente aquello que decretes.
Con cada pensamiento y palabra, estás bendiciendo o maldiciendo tu vida. Puedes usar tu poder verbal para atraer desgracia o para atraer bendiciones. Habla con fe, declara el favor divino en tu vida y en tu corazón. Transforma la atmósfera a donde vayas: invoca el bien, la luz, el amor y la sanación. No hables de problemas, habla de soluciones. No somos simples reporteros de nuestra vida, somos visionarios. Llama a lo invisible como si ya fuera perceptible. Habla con palabras llenas de fe. Cambia tu mundo cambiando tu discurso.
Dentro y fuera del tiempo existen incontables futuros. Nuestro propio comportamiento determina en cuál de ellos entraremos. La profecía es la capacidad de ver el futuro a través de nuestras acciones presentes.
— Gillian MacBeth-Louthan
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