Una amiga me pidió recientemente que la ayudara a colgar una nueva lámpara de araña. Y a regañadientes, accedí a renunciar a mi preciado tiempo de cine de los domingos por la noche para ayudar con el proyecto.
Al llegar a su casa, la encontré con una caja muy pesada de casi metro y medio de altura. Al principio, no podía imaginarme el tamaño y la forma reales de la lámpara de araña que se escondía bajo las capas de embalaje y los gruesos trozos de contrachapado y cartones inflexibles.
Me sorprendió encontrar lo que parecía un caos de cables enredados fijados a cientos de diminutos cristales de cuarzo. Me pregunté si se trataba de un error de almacén o de envío.
Di un paso atrás y respiré hondo, preguntándome si tal vez había tomado más de lo que podía manejar. Pero antes de que pudiera seguir especulando, mi amiga procedió a levantar el candelabro para permitir que cada uno de los cables aparentemente enrollados cayera suavemente en su lugar.
Me sorprendió cómo algo que parecía tan enredado y desordenado en un momento, podía transformarse de repente en este impresionante espectáculo de luz brillante. Luego añadimos las grandes piedras de cuarzo de los extremos para completar la luminaria, y pronto estuvo colgada en el comedor de mi amigo. Y yo me quedé asombrada de su magnífica belleza. Me quedé sin palabras.
Esta experiencia me recordó esos momentos de la vida en los que todo parece estar al revés y fuera de lugar. Esas situaciones inesperadas que nos dejan temporalmente abrumados. No me avergüenza admitir que he sucumbido a sentirme algo derrotado en momentos así.
Pero lo que también he aprendido con la guía del Espíritu es que siempre existe la oportunidad en nuestras vidas de transformar con sólo un poco de valor y perseverancia un dilema aparentemente desordenado en algo positivo y hermoso. No importa lo difícil que pueda parecer una situación, siempre hay un resquicio de esperanza.
No sólo crecemos espiritualmente a partir de los tiempos difíciles; tales acontecimientos también nos obligan a ampliar nuestros horizontes personales al empujarnos más allá de nuestras zonas de confort. Es imperativo que durante esos momentos de extrema inquietud permitamos que la esperanza, la fe y la determinación alimenten nuestras mentes y nuestros espíritus, mientras cavamos más profundo y llegamos más alto.
Es de los pozos más profundos y de las cimas más altas de nuestro espíritu (a menudo sin explotar) donde se manifiestan los resultados más increíbles. Recuerda que siempre hay calma después de cada tormenta. Sigue la luz en todo lo que busques, porque la luz siempre saldrá a nuestro encuentro.
Mientras estaba allí, admirando la hermosa araña de mi amigo, todo lo que podía ver era la luz, la hermosa luz que emanaba de un conjunto de cristales que brillaban como esferas celestiales. Ni una sola vez reflexioné sobre el enredo que yacía caído en la caja de gran tamaño.
En cambio, todo lo que pude pensar fue en el poder expedito e infinito del Espíritu para traer luz a nuestros momentos más oscuros y darnos poder con sus muchos milagros de curación, alegría, amor, paz, vida, abundancia y mucho más.
Deja que los desafíos de tu vida y los momentos de oscuridad sirvan como pasajes sagrados hacia la liberación de tu luz divina interior. No importa lo dolorosos o desalentadores que sean, los tiempos difíciles pasarán. Ten valor al saber que un nuevo y brillante día siempre sigue a la más larga de las noches.