El fracaso nunca es algo que deseemos. No importa lo que aprendamos de la experiencia, puede dejarte con una mala sensación, pero al final del día, el fracaso es necesario.
Puede sonar raro decirlo, pero escúchame. Lo que pasa con el fracaso es que es una práctica. Cada vez que fracasamos, aprendemos algo nuevo que puede ayudarnos a avanzar de una manera mejor. Después de una o dos veces, podemos averiguar cuál es el camino correcto, para poder finalmente alcanzar nuestros objetivos. Puede sonar a tópico, pero el fracaso es necesario.
Dicho esto, eso no significa que cuando el fracaso se produce esté mal estar molesto. El fracaso es molesto. Nadie quiere ir a la quiebra, que le despidan, que le dejen, que cometa un error crucial en un proyecto o que se desvíe de sus objetivos de salud o de forma física. Es una sensación desagradable, si soy sincero. Sin embargo, si prestas atención a las lecciones que el fracaso está tratando de enseñarte, puede que te sorprenda lo mucho que empiezas a crecer.
Aquí hay 9 cosas que puedes aprender del fracaso.
El fracaso no es el final.
Hasta que no fracasas a lo grande, el fracaso puede parecer un fantasma escurridizo al que siempre intentas dejar atrás. Incluso puede hacerte pensar que si fracasas, eso es todo. Sin embargo, el fracaso no es como la vida en Mario. Puedes tener tantas oportunidades como te permitas. El fracaso no es el final. Es un punto de inflexión si lo aceptas como tal.
Te muestra cómo redefinir tus prioridades.
Cuando emprendemos un viaje por primera vez, tenemos una visión particular en mente. Nuestras prioridades se alinearán con nuestra visión. Pero, cuando fracasas, es posible que tengas que revisar y redefinir esas prioridades.
Humildad.
Si siempre ganas en la vida, puedes empezar a pensar que eres invencible. Sin embargo, al fracasar aprenderás una lección valiosa y que te enseña humildad.
Revisión.
Como he dicho antes, cuando empezamos a recorrer un camino, a menudo tenemos una visión. Pero, cuando fracasamos, nuestra visión puede acabar sesgada. Si bien esto puede ser desarmante, cuando puedes reimaginar y tener una nueva visión cada vez que fallas, serás capaz de adaptar tus estrategias hasta que finalmente consigas lo que te propones.
Quién es tu gente.
En los momentos de fracaso, los amigos falsos, los compañeros de trabajo escamosos y los socios de mierda quedarán al descubierto. Esto duele, pero al fin y al cabo, estás eliminando a las personas equivocadas y poniendo en evidencia a las correctas.
El fracaso no existe.
En última instancia, el fracaso es una ilusión. El fracaso no existe si seguimos encontrando nuevas formas de enfocar las cosas hasta que finalmente llegamos a donde queremos.
Nuestro viaje de aprendizaje nunca termina.
Somos estudiantes perpetuos de esta vida. Hay una cantidad ilimitada de aprendizaje que se puede hacer, y en cualquier momento que asumas que lo sabes todo es cuando descubrirás algo nuevo y diferente que desafía tus creencias. El fracaso nos enseña que, por mucho que creamos saber, siempre hay algo más que conocer.
La necesidad de asumir riesgos.
Al principio de un viaje, somos mucho menos propensos a correr riesgos. Sin embargo, a medida que avanza el tiempo, empezaremos a ver que los riesgos son necesarios a veces. Y si nunca te arriesgas, nunca te permitirás descubrir lo que puedes hacer.
Aprendes de qué estás hecho
En general, en los momentos de fracaso aprendes más que nada sobre ti mismo. Aprendes lo que te motiva y lo que te frena, y aprendes a afrontar los momentos difíciles. En definitiva, aprendes a fortalecerte y motivarte, incluso ante las dificultades.