“Ser tú mismo en un mundo que intenta constantemente convertirte en otra cosa es el mayor logro”. ~Ralph Waldo Emerson
El mundo tiene preferencia por los extrovertidos entre nosotros. En la escuela aprendemos a hablar en público y se espera que levantemos la mano y participemos en los debates. Actuamos como si lo que oímos y vemos de una persona pudiera decirnos todo lo que hay que saber sobre ella. Pero, ¿qué pasa con lo que no se dice, esa luz mágica que vive dentro de nosotros?
Esto es lo que he aprendido sobre ser una persona introvertida que me ha ayudado a abrazar, valorar y honrarme a mí misma.
Está bien que no te guste platicar.
Como introvertida, crecí preguntándome a veces por qué era diferente. El tiempo de silencio era el sustento de mi alma. Me deleitaba con el sereno resplandor de la mañana, respirando la fresca quietud en gloriosa soledad.
Luego seguía con mi jornada. A menudo me perdía en mis pensamientos, que de repente se veían interrumpidos por charlas y parloteos de los que me rodeaban. Me costó un tiempo aprender a hablar de una manera que me resultara cómoda, pero que siguiera siendo auténtica.
No es que no tenga una personalidad o que no disfrute de conversaciones (significativas) con otras personas; es sólo que hay un rico mundo interior que necesita ser atendido, como un jardín necesita agua.
No te sientas presionado a cambiar lo que eres.
“¡Eres muy divertido cuando sales de tu caparazón!”, me dijo mi compañero de clase. ¿Esperar? ¿Significa eso que tengo que cambiar? ¿Debería intentar ser gracioso más a menudo? No es raro que este tipo de comentarios se dirijan a personas de personalidad introvertida, como yo.
Mi compañero de clase tenía el tipo de personalidad ruidosa, bulliciosa, pero también encantadora a veces. Un tipo de personalidad mucho más extrovertida, sin duda. Por suerte, el mundo tiene espacio para todos nosotros, aprendí. No sólo eso, sino que nos necesita a todos.
“¿Por qué estás tan callado?”, me preguntó un nuevo conocido. Intenté entablar conversación, pero sentí una incómoda presión para encontrar lo que debía decir.
Ahora sé que no hay nada malo en estar callado. Simplemente soy así, y no necesito analizarlo ni defenderlo.
A veces el silencio es lo mejor.
Una amiga me contaba la muerte de su padre. Por desgracia, yo también conozco este tipo de dolor y de pérdida. No hay palabras que puedan cambiar o quitarle esas emociones, así que simplemente me senté con ella en el silencio, simplemente existiendo y dejándolo estar.
“Sé que esto es difícil”, le dije. “Gracias”, dijo ella. No había nada más que decir en ese momento. Sólo el silencio podía hablar en ese momento. Decía lo suficiente, y no había necesidad de interrumpirlo.
Los introvertidos no rehúyen el silencio, lo que nos hace estar bien equipados para mantener el espacio para otras personas cuando otros podrían intentar hablar de sus sentimientos.
Una presencia silenciosa puede ser poderosa.
Mientras me formaba como profesor, me dijeron que debía “ser más autoritario” y dominante. En aquel momento me sentí herido por este comentario. Ahora, años después, miro hacia atrás y me doy cuenta de que lo que soy en el fondo no está en línea con ese tipo de persona. Y eso está bien.
Ni siquiera es algo malo. Es sólo una cosa mal entendida. La introversión no es buena ni mala. Es sólo una orientación. El mundo no necesita sólo extrovertidos o sólo introvertidos. Nos necesitamos los unos a los otros.
Ahora, en lugar de avergonzarme de mi presencia silenciosa, sé que el mundo valora y necesita mi buena capacidad de escucha. Se me da bien hacer observaciones sobre la gente y el mundo que me rodea. Pienso profundamente y elaboro cuidadosamente lo que digo.
Escoge bien tu entorno y tu gente.
En la universidad, pasé un tiempo trabajando en un restaurante muy concurrido que requería muchos malabares, una interacción constante con muchas personas diferentes y la realización de múltiples tareas. Aprendí rápidamente que ese no era el tipo de entorno en el que podía prosperar. Tardaba una hora o más después de llegar a casa para sentir que salía del agobio.
Ahora sé que fue una buena experiencia de aprendizaje sobre el tipo de ambiente de trabajo que no es compatible con mi felicidad a largo plazo. Me gusta trabajar con la gente, pero si agoto mi batería en el trabajo y luego utilizo mi tiempo libre para recuperarme de eso, es una forma agotadora de vivir.
El tiempo que pasamos en el trabajo, en casa y con los amigos es precioso. Elige en qué gastas tu energía e inviértelo sabiamente. Comprende qué te sobreestimula y dónde prosperas. Mantener ese equilibrio te ayuda a protegerte del exceso de estrés y del agobio.
Sé amable contigo mismo.
Como introvertido, paso mucho tiempo con mis pensamientos. A veces estos pensamientos pueden ser autocríticos. Todos tenemos esta tendencia a ser despectivos con nosotros mismos a veces. Puede resultar fácil hacerlo, especialmente cuando la gente te dice que seas más extrovertido.
En lugar de sentirme desanimada y autocrítica sobre mis habilidades, intento dejar más espacio para la autocompasión y la conciencia. Puede que tenga un estilo o una forma de ser diferente, pero hay tanto espacio para mí en el mundo como para los tipos más extrovertidos.
Atrévete a ser tú mismo.
A mis compañeros introvertidos, sabed que sois suficientes y que vuestro rico mundo interior es hermoso. No dejes que el mundo te presione para que sientas que debes ser más ruidoso, más extrovertido o diferente de lo que eres. Es la rica diversidad de personas y personalidades lo que hace que el mundo sea interesante.
Además, asegúrate de cuidarte para poder dar lo mejor de ti. Como introvertido, la tranquilidad y la soledad te recargan y te llenan de energía. Está bien que atiendas a tu necesidad de espacio y contemplación tranquila. Tener suficiente tiempo a solas es una necesidad tan importante como el sueño, la comida u otras áreas de reposición en tu vida.
A veces, vivir en un mundo de personalidades extrovertidas puede resultar difícil o agotador para una persona introvertida. Está bien ser diferente y dejar espacio a esa parte de ti. Con el tiempo, esos extrovertidos especiales que te rodean pueden llegar a conocerte y aprender a respetarte y valorarte sólo por las habilidades y cualidades que te hacen único.
“Los introvertidos son coleccionistas de pensamientos, y la soledad es el lugar donde la colección es comisariada y reordenada para dar sentido al presente y al futuro”. ~Laurie Helgoe