Si creciste con un padre o madre tóxica, es probable que no te dieras cuenta de que eran tóxicos mientras estabas creciendo. Pensabas que todo era normal hasta que comenzaste a ver cómo otras personas interactuaban con sus padres.
Las cosas que nunca pensaste que podrías hacer son aparentemente simples para tus amigos, y al comparar historias, la vida que llevaste parece muy diferente de la vida de los que te rodean. Los padres tóxicos pueden manifestarse de muchas formas y tamaños. Algunos son mucho peores que otros, pero todos ellos son peligrosos. Dicho esto, ahora que eres adulto, si estás reflexionando para descubrir si lo que enfrentaste al crecer fue verdaderamente tóxico o no, quizás deberías considerar las cosas que no recuerdas haber vivido.
Si has luchado con los desafíos de tener padres emocionalmente inmaduros, el libro Adult Children of Emotionally Immature Parents: How to Heal from Distant, Rejecting, or Self-Involved Parents de Lindsay C. Gibson ofrece una guía perspicaz para sanar y avanzar. Este recurso puede ser una herramienta valiosa para comprender tu pasado y forjar un futuro más saludable.
A continuación, voy a repasar cosas que probablemente no experimentaste en tu infancia como lo habrían hecho o lo hicieron la mayoría de las demás personas. La ausencia de estas experiencias podría indicar que fuiste criado por alguien bastante tóxico. Aunque tendrás que buscar más dentro de ti para descubrir el resto, esto podría ponerte en el camino correcto.
10 cosas que no recordarás haber experimentado si tuviste padres tóxicos:
No recuerdas haberte sentido cómodo y seguro en casa.
Al crecer, siempre estabas en tensión cuando estabas en casa, o al menos cuando estabas en casa con tus padres. Preferías estar solo en la casa o, en primer lugar, no estar en casa. Siempre estabas nervioso acerca de con quién te encontrarías al regresar y en qué estado de ánimo estarían tus padres.
No recuerdas haber podido acudir a tus padres con tus problemas.
Cuando enfrentabas algo difícil, no podías acudir a tus padres en busca de consejo. No podías hablar con ellos adecuadamente, y esto te ha afectado gravemente. Debido a esto, tiendes a reprimir tus emociones incluso ahora.
No recuerdas haber tenido un verdadero sentido de privacidad al crecer.
Cuando eras más joven, tus padres revisaban todas tus cosas. Revisaban tu teléfono, leían tu diario y mucho más. No podías ser tú mismo, eso es seguro.
Crecer sin validación y apoyo adecuado puede afectar gravemente la autoestima. El libro The Self-Love Workbook de Shainna Ali ofrece ejercicios prácticos para ayudarte a reconstruir tu autoestima y fomentar la felicidad genuina.
No recuerdas haber sido escuchado adecuadamente por tus padres.
Tus padres nunca te escuchaban realmente. Cuando tenías algo que compartir, no podías hacerlo. Ellos aceptaban lo que querían creer y nada más.
No recuerdas haber podido hacer realmente las cosas que querías hacer.
Al crecer, no podías hacer las cosas que querías hacer, si es que alguna vez lo hiciste. Tenías que hacer lo que tus padres querían, y eso era básicamente todo. Te trataban como una extensión de ellos mismos, en lugar de como una persona independiente.
No puedes recordar un momento en que tus padres realmente se disculparon por algo que te hicieron.
Tus padres te lastimaron mucho y realmente te hicieron sentir mal a veces, pero nunca dijeron que lo sentían ni se disculparon. Nunca pensaron que merecías una disculpa, y como resultado, nunca la obtuviste. Aunque podrías haber querido una, siempre supiste que no era una idea realista con ellos.
No recuerdas haber podido expresarte adecuadamente.
Nunca pudiste ser libre y expresarte al crecer. Tenías que ser quien tus padres querían que fueras, y eso era básicamente todo. Si querían que te vistieras de cierta manera y que hicieras ciertas cosas, tenías que hacerlo.
Entender cómo el trauma afecta no solo la mente, sino también el cuerpo, es crucial para la sanación. El cuerpo lleva la cuenta de Bessel van der Kolk profundiza en este tema, ofreciendo ideas para superar los efectos físicos y psicológicos de una infancia difícil.
No recuerdas haber podido invitar amigos a casa.
Tus padres solían mantenerte bastante aislado. No podías salir mucho ni tener amigos en casa. Siempre estabas atrapado.
No recuerdas haber sido elogiado por tus padres.
Tus padres nunca te elogiaban ni te motivaban. Siempre te criticaban y te derrumbaban. Cuanto más hacías, menos valoraban tus logros.
No recuerdas un momento en que realmente tuvieras todas las cosas que necesitabas.
Nunca sentiste que te estuvieran cuidando adecuadamente. Tus padres siempre hacían y decían cosas que hacían parecer que sus necesidades importaban más que las tuyas. Siempre te quedabas rezagado.