Cuando imaginé ser padre, nunca me imaginé tratando de mediar entre un pequeño humano y sus emociones, pero como padre, eso se ha convertido en un papel importante en mi vida. Y aunque gran parte de lo que hacemos como padres es calmar a nuestros hijos, también es importante capacitarlos para que se enfrenten a sus estados emocionales.
Una de las formas en que los expertos en crianza aconsejan hacerlo es a través de estrategias de autocalentamiento. Llegará un día en el que no estés con tu hijo para calmarle y devolverle al centro de sus estados emocionales. Cuando llegue ese día, puedes esperar que otra persona esté allí, o puedes ayudar a dotarles de los conocimientos que un día les empujarán hacia la madurez emocional.
Aunque las estrategias de “autocalentamiento” puedan sonar como un galimatías hippie, no lo son. ¿Imagina que todas las personas de nuestro planeta estuvieran equipadas para gestionar sus propias emociones y manejarlas de forma productiva? No hace falta decir que las cosas irían mucho mejor.
Dicho esto, he aquí 5 estrategias de autocontrol para niños enfadados.
Hacer un ejercicio de respiración profunda.
Los ejercicios de respiración pueden ayudarnos a calmarnos cuando nuestras emociones parecen demasiado intensas, y también pueden ayudar a tu pequeño a hacer lo mismo. Indícale que se ponga la mano en la barriga y que inspire por la nariz durante tres segundos, mientras la mano se levanta de la barriga expandida. A continuación, pídele que espire por la boca durante tres segundos. Haz que lo repitan un total de cuatro veces.
La técnica 54321.
Se trata de un ejercicio de atención plena que ayudará a tu hijo a alejarse de sus emociones y volver a su cuerpo. Pídeles que nombren 5 objetos que puedan ver en este momento. 4 objetos que puedan sentir o tocar. 3 objetos que puedan oír en este momento. 2 cosas que puedan oler en este momento. 1 cosa que puedan saborear en este momento.
Crea un lugar tranquilo para ellos.
Si tienes espacio para hacerlo, incluso en un área pequeña, crea un lugar tranquilo para ellos. Puede ser un fuerte hecho con sábanas, una pequeña habitación o lo que se te ocurra. Ponle música tranquilizadora, un juguete o una manta que le calme, una iluminación relajante y quizás incluso una actividad sensorial. Utiliza esta área como un lugar para que vayan a sentarse cuando se sientan molestos o abrumados.
Ayude a su hijo a expresar sus necesidades.
Si tienes un hijo mayor, es probable que necesite a alguien con quien hablar de vez en cuando. Sin embargo, cuando lo haga, cuide sus respuestas a lo que dicen. Escúchales. No interrumpas, haz preguntas para ayudarles a procesar lo que te dicen y no les juzgues.
Anímales a utilizar la actividad física como válvula de escape.
Cuando tus hijos estén tensos, haz que se muevan. Los niños están llenos de energía y cuando esa energía no tiene dónde ir, se frustran y actúan. Puedes conseguirles guantes de boxeo y un pequeño saco de boxeo, o simplemente dejarles correr y jugar. Otras formas de ejercicio pueden ser el yoga infantil, salir a pasear, jugar a patear la pelota o montar en bicicleta. Haz lo que funcione para tu hijo.