Como padres, hay dos mentalidades diferentes: hay algunos que enseñan a sus hijos que el mundo es intrínsecamente un lugar bueno, con unas pocas semillas malas repartidas por la tierra, y luego hay padres que adoptan la postura de enseñar a sus hijos que no se puede confiar en nadie es la mejor manera de hacerlo. Independientemente de la cara de la moneda en la que caigas, una nueva investigación afirma que inclinarse por que el mundo sea un lugar intrínsecamente malo es probable que destruya el bienestar de tu hijo.
La investigación, publicada en la revista Journal of Positive Psychology, afirma que cuando enseñamos a nuestros hijos que el mundo es un lugar malo, no les protegemos de la forma prevista. Ver el mundo como un lugar peligroso es una “creencia mundial primigenia” negativa y con ella viene toda una lista de problemas de salud mental.
Según Psychology Today, entre el 11 y el 53% de los padres se inclinan por enseñar a sus hijos que el mundo es un lugar malo.
“Las creencias primarias del mundo no son creencias sobre cualidades accidentales del mundo, como “el mundo está compuesto por 118 elementos químicos”. En cambio, son creencias sobre las características más básicas y psicológicamente importantes del mundo, como lo peligroso que es, lo divertido que es, lo estable que es, etc.”, explica Jeremy Clifton, autor principal del estudio.
Hay tres categorías de creencias sobre el mundo primario:
- El mundo es un lugar seguro. (Determina el grado de amenaza que vemos en el mundo).
- El mundo es un lugar atractivo. (Determina lo interesante, bello y significativo que vemos el mundo).
- El mundo está vivo. (Determina si la gente ve el mundo como un lugar en el que las cosas suceden gracias al esfuerzo combinado de todos).
“Los que vemos el mundo como algo peligroso, aburrido y mecánico estamos atrapados en un lugar que odiamos toda la vida”, explica Clifton. “Los efectos posteriores en el comportamiento y el bienestar son potencialmente enormes”.
El objetivo de Clifton era estudiar las asociaciones entre las creencias primarias sobre el mundo y varios resultados vitales, como el éxito laboral, la satisfacción en el trabajo, la depresión, la satisfacción vital y el bienestar general.
Lo que encontraron fue que tener una creencia primigenia del mundo negativa rara vez se asociaba con un mejor resultado. Por el contrario, tener una creencia mundial negativa predecía menos éxito, menos satisfacción con la vida y el trabajo, peor salud, más emociones negativas y más depresión.
“Descubrimos que la gente quiere transmitir a sus hijos muchas creencias primarias sobre el mundo, incluida la creencia de que el mundo es peligroso y está en su contra, y eso puede ser una idea terrible para los padres”, dice Clifton.
Además, Clifton señala que las personas que creen que el mundo es un lugar terrible suelen creerlo a pies juntillas. Pero ofrece un consejo, que yo me voy a tomar en serio: “Mi consejo para cualquiera que esté interesado en las creencias primarias del mundo y en cómo pueden afectar a su vida o a la de sus hijos es que primero averigüe cuáles son sus creencias primarias”. El primer paso para salir de la cárcel es reconocer que estás en ella”.