“Si te obligas a perdonar antes de sentir plenamente y atravesar las capas de ira y dolor, no será un perdón auténtico, sino una forma pseudo-virtuosa de evasión y supresión.” ~Cory Muscara
Hace un tiempo, me invitaron a una fiesta de cumpleaños, y realmente estaba emocionada por ir. Pero luego me enteré de que alguien con quien ya no tengo contacto —una antigua mejor amiga— también asistiría. La noticia me dejó paralizada.
No era solo una “ex-amiga”. En su momento, fue una de las personas más importantes en mi vida, pero eso cambió cuando pasé por una experiencia dolorosa con una persona narcisista. Cuando más la necesité, no estuvo a mi lado. En lugar de apoyarme, permaneció en silencio, sin ofrecerme ayuda mientras yo sufría gaslighting, invalidación y manipulación.
Dejar ir al narcisista fue algo claro y necesario, pero reconocer que mi mejor amiga ya no era una persona segura para mí fue mucho más difícil. Me tomó más de un año de reflexión, procesamiento emocional y dolorosos síntomas físicos aceptar que esa relación ya no era saludable.
Por eso, rechacé la invitación a la fiesta y le expliqué a mi amiga que, por mi bienestar, necesitaba saltarme el evento. Pero en lugar de comprenderme, recibí una lección sobre el perdón. “Necesitas escuchar la otra versión,” me dijo. “Siempre hay dos lados en cada historia.”
Sus palabras me dolieron. No porque el perdón no hubiera cruzado mi mente, sino porque ignoraban los límites que tanto me había costado establecer. ¿Por qué, cuando intentamos protegernos, otras personas sienten la necesidad de cuestionar nuestras decisiones?
El problema con el perdón prescriptivo
En nuestra cultura, el perdón a menudo se presenta como la solución definitiva al dolor. Lo vemos en frases inspiradoras y consejos de autoayuda:
- “El perdón es una elección que haces para avanzar.”
- “No perdonar es como beber veneno y esperar que la otra persona muera.”
- “Negarte a perdonar te mantiene encadenado al pasado.”
Aunque estas ideas suenan sabias, suelen simplificar en exceso el complejo proceso de sanación. El perdón no siempre es algo que puedas imponer a voluntad. Para quienes han experimentado un trauma profundo, la mente y el cuerpo no siempre están en sintonía. Puedes decirte a ti mismo que perdones, pero tus emociones y respuestas físicas pueden resistirse.
Una perspectiva más compasiva
Para mí, todo cambió cuando descubrí una definición diferente de perdón, de Teal Swan:
“Cuando has experimentado un trauma profundo, el enfoque no debería estar en el perdón, sino en sanar creando resolución y experimentando lo opuesto al daño. A medida que sanas y encuentras amor, seguridad y protección en otros lugares, el perdón surge de forma natural, ya que la disrupción dentro de ti se resuelve por sí sola.”
Esto lo cambió todo. Me recordó que el perdón no es algo que fuerzas; es algo que fluye naturalmente cuando la sanación ha ocurrido. Y sanar a menudo requiere que nos enfoquemos en lo que nos faltó durante la experiencia dolorosa.
Cómo apoyar a alguien que está sanando
Cuando un amigo o ser querido comparte su dolor, lo mejor que puedes hacer es responder a sus necesidades en el momento, en lugar de prescribir perdón o reconciliación. En su lugar, ofrece acciones que ayuden a contrarrestar el daño que han sufrido:
- Si se sienten inseguros, ayúdales a sentirse seguros.
- Si se sienten ignorados, escucha profundamente.
- Si se sienten traicionados, demuéstrales lealtad.
- Si comunican un límite, respétalo.
- Si se sienten desestimados, valida sus emociones y experiencias.
- Si se sienten abandonados, sé constante y presente en su vida.
Estas acciones crean la base para la sanación, lo que hace que el perdón —si llega— sea auténtico y significativo.
Cambiemos la conversación
La próxima vez que alguien comparta su lucha, resiste la tentación de sugerir perdón. En su lugar, enfócate en entender sus necesidades y brindar un apoyo genuino. La sanación no proviene de frases vacías; proviene de la conexión, la empatía y las acciones que restauran lo que se rompió.
El perdón no es un requisito para sanar. Es un subproducto de la sanación. Y cuando ocurre de manera natural, es mucho más poderoso que cualquier cosa forzada o impuesta.