
Hace unos meses, me dediqué a ordenar mi casa revisando papeles, ropa, cosas de la cocina, objetos personales… ¡todo! Más allá de crear un espacio más agradable, descubrí que este proceso tuvo un impacto sorprendente en mi bienestar psicológico. Mientras lo hacía, pude cultivar cualidades internas como la gratitud, la satisfacción, la atención plena y el desapego, entre otras, que surgieron naturalmente.
No estoy solo en esto. De hecho, hay estudios que muestran los beneficios del orden en nuestro bienestar. Por ejemplo, una investigación encontró que, durante la pandemia, ordenar ayudó a las mujeres a sentir más control sobre su entorno, reduciendo el miedo y la reactividad. Otro estudio mostró que ordenar la ropa de forma reflexiva aumentaba la consciencia sobre los hábitos de consumo, generaba mayor satisfacción con lo que se tiene, valoraba más la ropa y alineaba mejor las compras con las necesidades reales. Además, estar en un espacio organizado, en lugar de uno desordenado, hacía que las personas fueran más generosas y tomaran decisiones más saludables, como elegir comida más sana.
Aquí tienes seis pasos para ordenar que también te ayudarán a desarrollar recursos internos para tu día a día:
- Elige un punto de partida con impacto
Es fácil sentirse abrumado con tantas cosas por ordenar. Esto puede llevar a la parálisis por análisis, a distraerte o a enfocarte en lo primero que ves y quedarte atrapado ahí. ¡Una vez pasé una tarde desenredando cables en el garaje en lugar de ordenar las áreas de mi casa que veo todos los días!
Ser consciente e intencional sobre dónde empezar puede marcar la diferencia. Pregúntate: ¿Qué podría hacer hoy que me dé la mayor satisfacción o que tenga el mayor impacto en mi bienestar?
Para ordenar, elige un lugar que uses mucho (como tu escritorio, los cajones de la cocina o el mostrador del baño) o uno que veas a diario (como el rincón donde se amontonan los zapatos en la entrada). También puede ser esa pila de papeles importantes que has estado evitando.
Priorizar con atención evita caer en el piloto automático o en la procrastinación. Desde aquí, pasa al siguiente paso.
- Empieza con poco y gana impulso
Aunque tengas grandes metas, intentar abarcar todo de una vez puede ser abrumador. A nivel biológico, este agobio puede activar una respuesta de “amenaza” en nuestro sistema nervioso, dejándonos paralizados. Dividir las tareas en pasos pequeños las hace más manejables. Estos pasos actúan como señales de seguridad para nuestro cuerpo, reduciendo el estrés y haciendo que todo parezca más accesible.
Además, este paso te invita a saborear la satisfacción de los pequeños logros. Por ejemplo, después de ordenar un cajón, tómate un momento para apreciar cómo se ve y cómo te hace sentir (como “¡puedo ver mi escritorio otra vez, y eso me da calma y claridad!”). Esto crea una recompensa interna que te motiva a seguir adelante.
- Si no lo usas, déjalo ir
A menudo nos aferramos a cosas sin cuestionar por qué. Muchas veces pensamos “quizá lo use algún día”, aunque lleve años acumulando polvo.
Pregúntate: ¿Cómo me sentiría si lo soltara? Observa qué surge. ¿Ansiedad, preocupación, tensión? Indaga más: ¿de qué se trata realmente? A veces nos quedamos en la superficie de esas emociones y dejamos que nos controlen. Practicar la curiosidad consciente te ayuda a ver ese apego desde otra perspectiva. ¿Qué estás evitando al aferrarte? ¿Cuánto te quita el exceso de disfrutar el presente?
No digo que nunca guardes nada para el futuro, pero esta reflexión puede liberarte de patrones inconscientes. Hasta que ordené recientemente, ni siquiera había notado los 20 cepillos de dientes extra en mi baño. Guardar unos pocos y soltar el resto fue liberador, tanto física como mentalmente.
- Si ya no te representa, no lo conserves
Este paso está relacionado con el anterior. Mientras el punto anterior se centra en la utilidad, este te invita a reflexionar sobre el apego emocional. No hay nada malo en guardar cosas por valor sentimental, pero hacerlo de forma consciente te permite vivir con más intención.
A veces nos apegamos a objetos que, sin darnos cuenta, forman parte de nuestra identidad (como etiquetas tipo “soy madre/escritor/psicólogo” o creencias que ya no nos sirven). En muchas culturas, como la mía, hay una tendencia a querer más y a conservar cosas incluso cuando ya no tienen lugar en nuestra vida.
Ordenar te da la oportunidad de mirar debajo de esas tendencias y preguntarte: ¿A qué me estoy aferrando realmente? La atención plena me ayuda a recordar que todo es temporal y que aferrarme con fuerza es una forma de evitar esa realidad. Soltar crea espacio no solo para más libertad psicológica, sino también para ser más generoso (mira el paso cinco).
- Si ya no lo necesitas, encuéntrale un nuevo hogar
Una de las cosas que descubrí al ordenar fue la alegría de imaginar a alguien más disfrutando de lo que yo ya no necesitaba.
Ese vestido de hace 15 años tiene un recuerdo especial, pero guardarlo en mi armario solo para conservar ese recuerdo impide que otra persona lo disfrute. Esa colección de juegos de mesa de cuando mis hijos eran pequeños, acumulando polvo, me recordaba momentos felices que quería retener; pero donar juegos como Candyland o Damas fue una forma de compartir esa alegría con otros.
Dar cosas con la intención de que otros encuentren utilidad o felicidad fomenta la generosidad y la bondad, lo que me motivó a seguir ordenando y a soltar el apego.
- Si lo quieres, tenlo a la vista; si es útil, úsalo
Algo que me sorprendió al ordenar fue redescubrir cosas que amaba, pero que había olvidado porque estaban enterradas bajo el desorden.
Al deshacerme de lo que no necesitaba, tuve espacio para mostrar y disfrutar lo que realmente valoro. Inspirado por El mágico poder de ordenar de Marie Kondo, me aseguré de organizar las cosas de forma que pudiera ver todo lo que tengo. Esto trajo una gratitud más profunda por lo que poseo y me dio la oportunidad de practicarla a diario.
Además, ver lo que tengo, asignarle un lugar fijo y hacer que sea fácil de encontrar y usar me dio más satisfacción, tranquilidad y facilidad en mi día a día.
Estos seis pasos no solo te ayudan a tener espacios más limpios, sino que también cultivan cualidades valiosas para la vida: soltar el apego, el deseo de tener más y el consumismo excesivo; sentir más satisfacción; practicar la gratitud, el desapego, la generosidad y la consciencia de lo que es temporal; priorizar lo importante; y abordar las tareas de forma que generen motivación y recompensas internas.
En este proceso, descubrí que, a veces, menos es mucho más.
Soy Espiritual, guía espiritual y terapeuta holística con años de experiencia en meditación, reiki, astrología y coaching, dedicada a ayudar a las personas a conectar con su esencia, sanar bloqueos emocionales y encontrar propósito. A través de soyespiritual.com, ofrezco herramientas como meditaciones, rituales y reflexiones para inspirar un camino de autoconocimiento, amor y plenitud, recordando a cada individuo que la paz y la alegría están dentro de ellos. Cursos Espirituales para el despertar de la consciencia.