Mis queridos amigos, los amamos muchísimo,
Imaginen que están sentados en la playa. Tienen la silla más cómoda o la toalla más suave. El sol y la arena están cálidos, y sopla una brisa suave. El agradable sonido de las olas rompiendo en la orilla y el murmullo cuando se retiran es hipnótico. Inhalan profundamente mientras observan las olas avanzar hacia la costa y luego regresar al eterno mar. Arriba y abajo. Arriba y abajo.
El movimiento incesante del océano los sumerge en la presencia eterna, donde no hay nada que hacer más que simplemente ser. Arriba y abajo. Fusionándose con la arena y el mar, no son solo observadores de este paisaje. Son parte de él. El océano es parte del eterno flujo de energía. Sienten su propia energía relajarse en este ritmo, absorbiendo la energía nutritiva con cada ola que llega a la orilla. Exhalan, liberando lo que ya no les sirve, mientras las olas se retiran al océano. Adentro y afuera. Arriba y abajo. Cierren los ojos si lo desean e imaginen observar esas olas venir y partir, llevándolos a un estado profundo de relajación.
Su mundo parece incierto a veces, pero esas olas suben y bajan sin cesar. Las estaciones van y vienen. Los trabajos van y vienen. Las relaciones van y vienen. Los gobiernos van y vienen. Y, aun así, esas olas continúan su danza eterna. Los años pasan y ustedes cambian, pero el océano permanece constante. Adentro y afuera, arriba y abajo. Siempre cambiando, pero siempre ahí.
Entonces, queridos, ¿cuál es el significado de la vida? ¿Cuál es el propósito de todo esto si ustedes, al igual que esas olas, se extienden más allá del océano por un breve tiempo en esta vida y luego regresan al eterno océano de amor? ¿Cómo pueden encontrar significado en un mundo que parece aleatorio y caótico? La respuesta es más sencilla de lo que imaginan.
Cada ola que llega a la orilla crea una nueva experiencia. Moldea la playa de formas distintas, afecta a los turistas con nuevas interacciones, deleita a los peces y lanza conchas… en resumen, se expresa de una manera nueva y única antes de regresar al océano, agregando esa experiencia a todo lo que el océano sabe que es. La ola es una extensión del océano, creando nuevas vivencias y enriqueciendo su conciencia de todo lo que puede ser. Regresa al océano más rica por la experiencia y con una mayor comprensión de su propio ser.
Ustedes, queridos, son como olas en un océano de conciencia, un océano de amor, un océano de Divinidad. Se extienden hacia una nueva realidad cuando encarnan en la Tierra. Moldean esa realidad de diversas maneras, algunas amorosas, otras no tanto, pero de cualquier forma, tienen experiencias y aprenden qué se siente bien y qué no. Aprenden cómo expandir el amor y, en algunos casos, olvidan y se bloquean de la experiencia de su verdadera naturaleza.
Su vida trata sobre el amor, queridos. ¿Cómo lo dirigirán, lo moldearán, lo experimentarán y lo expandirán? ¿Qué les gustaría “esculpir” en su tiempo en la Tierra mientras traen su perspectiva y su visión únicas al corazón? ¿Qué les gustaría experimentar? ¿Cómo les gustaría compartir y recibir amor en esta travesía por el planeta?
No serán juzgados por algún marcador mítico al final de sus vidas. Son amados y bienvenidos a casa.
No serán juzgados por los bienes materiales o el dinero que hayan producido o dejado de producir.
No serán juzgados por la cantidad de amigos que tuvieron, por sus logros según los estándares del mundo o por los “me gusta” que hayan generado en redes sociales.
Ni siquiera serán juzgados por la cantidad de personas que ayudaron… o lastimaron.
Queridos, no son juzgados. Son amados.
Al final de su vida, estarán en la luz de la Divinidad, en la esencia más profunda y verdadera de su ser. Se sentirán amados, apreciados y valiosos, y en ese momento, sabrán exactamente qué hicieron con amor y qué no. Celebrarán el amor que recibieron y compartieron. También verán cómo podrían haber actuado de manera diferente cuando se cerraron al amor. Y lo mejor de todo, verán hasta dónde llegó el amor que compartieron y cómo impactó a la Tierra por generaciones.
Quizás no piensen mucho en la puerta que sostuvieron para un extraño o en la sonrisa que compartieron. No saben cuánto necesitaba esa persona ser vista. No saben cómo cambiaron su día o evitaron un accidente o un estallido que habría afectado a sus seres queridos y a los seres queridos de sus seres queridos.
No pueden ver el impacto de sus acciones hasta que lleguen al otro lado, pero les aseguramos que con cada pensamiento o acción amorosa, están generando una onda expansiva en el estanque cósmico que continúa mucho más allá de lo que puedan imaginar. Y algún día, cuando nos vuelvan a encontrar, comprenderán el amor que compartieron y celebrarán cada pequeño pensamiento o acción amorosa que dejaron en las orillas de su experiencia terrenal.
En cuanto a aquellos que se cierran al amor y llevan a otros a hacer lo mismo—recen por ellos o ignórenlos. No tienen poder sobre ustedes, excepto en la medida en que los inspiren a olvidar quiénes son realmente. Si alguien ofrece odio y ustedes recuerdan que son amor, no podrán afectarlos. Si alguien ofrece inseguridad, pero ustedes descansan en el amor divino, no podrán desestabilizarlos. Si alguien ofrece caos, pero ustedes permanecen en la estabilidad de su conexión con la Fuente, su caos se queda con ellos.
No teman, queridos. No se angustien. Sabemos que su mundo a menudo parece caótico e incierto, pero pueden contar con el eterno movimiento del océano y el flujo infinito del amor. A medida que se extienden más allá de lo conocido para traer su amor a nuevas creaciones, recuerden que algún día regresarán al océano del amor, a su verdadera naturaleza, enriquecidos por la experiencia, la conciencia y el sentido de haber evolucionado más allá de lo que eran antes.
El propósito de la vida es el amor, queridos amigos. Búsquenlo. Véalo. Sean amor. Al hacerlo, experimentarán la constancia del océano de amor, la paz presente en su profundidad y la seguridad que siempre han tenido dentro de ustedes.
¡Dios los bendiga! Los amamos muchísimo.
— Los Ángeles
